domingo, 23 de octubre de 2011

Diseño del pasado

Historia contada por Ruth Sawyer Seguramente El vuelo de la flecha - libro de la Colección Oralia- no se dará un paseo por el mundo con la misma facilidad con que ella cruza el cielo; así que hemos decidido, pasito a paso, poner en las manos de ustedes todos los textos que aparecen en él. Tendrán que tener paciencia, eso si, pero esperamos que vayan disfrutando estos paladeos con el mismo gusto y diligencia con que yo los digitalicé, anoté, organicé y compuse hasta verlos convertidos en un texto único, escrito a muchísimas manos, como bien corresponde al arte de narrar y a los cuentos, que son, como ustedes bien saben, seres andantes por naturaleza, venidos de muchos lugares a un mismo tiempo y transportados de modo misterioso, en la memoria y la lengua de gente montaraz y caprichosa, que haciendo la guerra, o enfermándose o siguiendo el camino de los alimentos, las tecnologías, las peregrinaciones y los aprendizajes, los fueron dejando en un lado o en otro sin que nadie, después, recordará cómo o de dónde llegaron aquellos villanos avecindados a los que todos les reclaman carta de ciudadanía o denominación de origen, sin ponerse jamás de acuerdo, porque parecen no haber venido de ningún lado o de todos los lados a un mismo tiempo. Antes de continuar debo aclararles que lo primero que aparece en el vuelo de marras es El cuento en la educación de Catherine Dunlap Cather, libro publicado originalmente en 1908, y que constituye hoy una rareza bibliográfica, pues fue publicado por última vez en 1963, en octubre, un mes antes de que yo viniera a este mundo. Cuando les hayamos entregado los otros textos, publicaremos, capítulo a capítulo, el libro entero. Esto si antes no decimos, Juan Carlos Cuba y este servidor, convertir a Babieca, en un potro de muchas alas, como los querubines. Si lo que antes fue boletín de vida breve, que ahora habita en dos blog, mañana podría, por arte de birlibirloque, transformarse en página Web y hasta en, quién lo duda, una editorial electrónica. Babieca Editores… ¡no suena mal! Volvamos a lo que nos trajo hasta aquí. El texto de Ruth Sawyer que ahora ponemos delante de vuestros ojos, publicado en 1942, adelantándose a discusiones posteriores, enuncia la tesis del origen diverso de los cuentos y se apunta dentro de la tendencia que declara que la emigración, forzosa o voluntaria, de los colectivos humanos fue dispersando las semillas de los cuentos, creados en múltiples sitios pero que al llegar, y hacerse sedentarios en un espacio-tiempo determinado, asumieron las formas, las características, los sonidos, del sitio de domicilio permanente. Ella entra en honduras, que a otros cuesta sudor, sangre y el uso de un lenguaje farragoso y técnico, y nos cuenta la historia del Cuento y sus narradores como quien dice de viva voz las aventuras y desventuras de Ulises, Roldán, el Cid, o Tirante el Blanco, o como quien va entregando la retahíla de dichos, sucedidos, consejas y aventuras que los viejos contaban a la luz de las lámparas o de los velones chorreantes y olorosos en los tiempos en los que el reloj avanzaba despacio, como si le pesaran las horas. Escuchen, a Ruth Sawyer contar. Vale la pena. Fue una mujer luminosa que vivió noventa años, de modo que el tiempo le alcanzó, seguramente, para conocer a una nueva generación de narradores orales norteamericanos: Diane Wolkstein – “narradora oficial” de New York-, Jay O´Callahan, Laura Simms, Gioia Timpanelli, Jackie Torrance, Ed Stivender, Conni Regan-Blake, mi admirado Brother Blue, Milbre Burch, Doug Lipman, Garrison Keeler, Ken Feit, Elizabeth Kubler-Ross, Donald Davis, y otros muchos. Escuchen este viaje a los orígenes como quien oye el canto de las ranas, el caer de la lluvia, o como quien descubre, temeroso y feliz, que el tiempo también tiene sonido y estatura. ¡Escuchen contar a Ruth Sawyer!. Jesús Lozada Guevara Diseño del pasado

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